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Por su primera comunión le regalaron un caballo. Pero esta historia no acaba bien... ¡Qué triste!

Los ojos negros grandísimos, las orejas pequeñas, el pelaje muy blanco y mucho encanto del potro. Lili fue un regalo perfecto para una niña por su primera comunión. Sin embargo dos días más tarde, Lili se encontró cara en cara con un comerciante de caballos para carniceros.

Cuando los niños de ocho años iban a montarla, Lily no sabía cómo reaccionar. Es muy joven, nadie le enseñó mucho. No quería moverse incluso cuando la pegaban un azote. La sentencia de los padres de la chica fue: este caballo es tonto, vago y apesta. En el mismo pueblo vive un comerciante de caballos para los mataderos. Sin remordimentos ni lágrimas fueron ahí con la jovencita yegua.

Cuando los voluntarios de la fundación “Pegasus” entraron en el establo oscuro, Lily se alejó asustada, pero pudo dar sólo un par de pasos ya que fue atada a la pared con una cuerda. Un minuto después el potro se tranquilizó. Nadie extendía las manos hacia ella, pues sabía que nadie iba a golpearla.

¿Qué vieron los voluntarios? Pues un montón del estiércol, en las paredes la sangre seca, en el comedero pan con patatas ya incomible. En su Crin Lily todavía llevaba unas cintas de colores después de la celebración de la primera comunión. La yegua podía ver el mundo sólo por una ventanilla muy sucia. Estaba tan asustada que ni siquiera comía. Lo único que hacía fue golpear con sus cascos contra la pared.

Parecía saber lo que le iba a esperar. Por que es todavía muy joven, el comerciante ganaría mucho dinero por ella ya que su carne es fresca... Sin embargo, el hombre dijo que por un buen precio podría venderla no al carnicero, sino a la Fundación Pegasus. El caso es que les dio a los voluntarios el tiempo hasta fin de mes para organizar la cuota necesaria. Los de la organización publicaron la información en varias páginas como pasaes.to. ¡Y la gente ayudó! Ahora mismo Lily está segura en el centro “Pegasus” en un pueblo de Polonia. Otra vez Facebook fue usado en buena intención y con éxito.

Por cierto, merece la pena recordar a todos que hay que ser responsable por sus actos. Si uno quiere regalar a un niño un animal, muy bien, pero entonces ya no es sólo un animal. Es un nuevo miembro de la familia. Da igual si es un perro, un gato, un hámster o un caballo, ¡necesita nuestra ayuda y nuestro amor! No es ningún juguete. Sin embargo, si esta responsabilidad por otro ser vivo es demasiado para nosotros, más vale comprar un libro, un ordenador, una bici... Lo que sea. Pero no a un animal.

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Gracias a buena gente, la organización le salvó.

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