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Pagando en el supermercado se burló de una madre sin dinero. ¡Lo que pasó después no tiene precio!

Estuve en la cola para pagar en Mercadona, en la cola realmente larga (más de normal así que imaginad). Estaba leyendo una revista y sin querer escuché como una mujer se quejaba por otra mujer que pasaba lentamente sus artículos para escanear. La primera dijo a sus hijos: “Y por eso vale la pena estudiar. Por lo menos no seráis pobres y no causaréis problemas a los demás”. Hasta este momento no había escuchado atentamente pero ahora ya me fijé. El caso es que la mujer que ya estaba pagando no tenía el dinero suficiente en su cuenta pues el pago fue rechazado.


Así que miré su compra: patatas, pan de barra, latas, agua... La mujer intentó resignar de unos productos, pero su tarjeta seguía rechazada. Nos miró con tristeza y dijo: “Lo siento mucho, de verdad. Tengo que llamar urgentemente a mi marido”. Mientras tanto la mujer descarada que estaba delante mía me miró y puso los ojos en blanco intentando obligarme a reaccionar y gritar a la otra. Mientras tanto sus hijos caprichosos echaron más barras de chocolate y patatas fritas a la cesta, a ojo 15 euros más para pagar. La mujer que iba a pagar dejó su móvil y dijo que su marido acababa de echar combustible así que la transacción ya no podía ser finalizada. Tuvo que dejar todos los artículos en su sitio... La mujer descarada me miró de nuevo y dijo en voz alta: “Dios mío, alguna gente en serio es tan...”.


Le miré fijamente y le respondí: “Sí, lo sé. A veces me cuesta creer que la gente puede ser tan insensible.” Me acercó a la mujer sin dinero y pago por su compra.


La cara de la mujer descarada fue algo que no olvidaré nunca. Estaba muy sorprendida porque me molestó su reacción y no la situación causada por la otra que nos hizo esperar tanto en la cola. Y la otra... me cogió el brazo y con lágrimas me dijo que hoy fui su ángel de la guarda. Me costó mucho ocultar lo conmovido que estaba... A ver, el caso es que hace poco yo también estaba en apuros. Igual que esta clienta estaba pensando en elegir entre la comida, el combustible o los pañales. No se puede juzgar sin saber qué pasa. Nunca se sabe si uno no tiene una situación muy dura. Cuando esta mujer ya estaba para salir, le dije “gracias”. Me miró muy sorprendida así que le di la explicación... “Es que usted me hizo recordar a mí hace unos años. Usted me hizo recordar que suerte tengo y qué lejos llegué desde entonces. Un poco más y su situación también cambiará. No vale la pena tirar la toalla. Dios está con usted”.


Luego volví a la mujer descarada, le miré a los ojos y le dije lo siguiente: “Espero que usted nunca se encuentre en esta situación, pero si pasase esto, seguro que recordará lo que pasó hoy. Voy a rezar por usted.” Y luego volví a leer mi periódico.

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Esta historia nos la mandó el señor José Manuel de Madrid pidiendo que la compartamos con los demás con un objetivo: abrir los ojos a todos los ignorantes y egoístas cuales no ven más allá de su nariz.

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