¡Nunca adivináis para qué necesita todos estos lapices de colores! ¡Tuvo una idea estupenda!
Ya regalaron casi dos mil cajas.
“Si estos lapices ayudan a los niños a olvidarse de estar en un hospital por lo menos para diez minutos, hicimos nuestro trabajo bien”. Las palabras de Bryan sólo confirman lo que ya muestran sus actos: es un buen hombre.
Además, las caras felices de los pequeños lo dicen todo. La ingeniosidad de Byan nos dejó impresionados. Y lo que impresiona más todavía es el hecho de querer ayudar a los demás desinteresadamente.
¿Quizá alguien de vosotros quiera continuar esta idea maravillosa en su país?