Un enorme perro desesperado estaba tumbado en un rincón. Nadie podía consolarlo, nadie... ¡menos estos dos!
Los perros saben mostrar no sólo su alegría, sino también la tristeza más profunda. Aquí tenéis la mejor muestra. Harlow es un enorme braco de Weimar. Al gigante le cuesta estar solo. No quiere estar sólo con sus dueños. El caso es que Harlow pasó toda su vida con otro perro mayor. Cuando Sage murió, el braco se desesperó... ¡En serio sufría de depresión!
¡Harlow era el perro más feliz del mundo! Lleno de energía, con temperamento y algo travieso sabía cuidar a su amigo con mucha paciencia...
Harlow y Sage dormían juntos, comían del mismo cuenco, siempre querían salir fuera juntos. Cuando Sage murió, Harlow dejó de jugar y fue sólo el principio de los cambios más tristes.
Harlow no quería levantarse, no quería salir de casa, no comía nada. Todos los días estaba tumbado con los ojos llorosos. Fue cuando a sus dueños se les ocurrió una idea...