Pensaba que era un cachorro que cojeaba, pero cuando lo vio de cerca, se sorprendió mucho!
Poco a poco quitaron los cactús de su cuerpo.
El coyote estaba tranquilo como si lo entendiera todo.
Al fin y al cabo, el coyote pudo volver con su madre que le estaba esperando detrás de los arbustos.
Hay que tener un corazón de oro para ayudar a un animal salvaje. ¡Esperamos que los demás actuen como Gwen! ¡A compartir esta historia!