Cuando su madre dejó estas almohadas en el sofá, él casi lloró de la risa.
La madre de un adolscente quería añadir un detalle al salón. Por eso compró unas almohadillas. Cuando su hijo volvió del instituto, no pudo contener la risa. ¡Fíjaos bien en las almohadillas! ¿Ya lo notáis?
¡No son ningunas flores inocentes, sino un montón de penes! Sería mejor poner estas almohadas en el dormitorio, ¿no?