Cuando encontraron a este perro en la calle, sin pensar dos veces le llevaron al veterinario. ¡No esperaban oír estas palabras!
Cuando los vecinos se dieron cuenta de que me rescataron, se fueron a ver a mi salvador y le dijeron que me usaban también como un saco de entrenamiento para los perros agresivos. Bueno, como véis, yo nunca había reaccionado ya que soy un animal amable, no un luchador.
Por suerte, buena gente me adoptó y me convirtieron en miembro de su familia. Soy un poco tímida, pero nunca agresiva. Es simple: tengo que aprender a ser segura de mí misma y eso en el trato con los humanos, y otros perros.
Por cierto, aquí me llaman “la criatura más mona del mundo”. Siempre estoy lista para recibir mi ración de caricias. A pesar de mi pasado muy duro no llevo el odio dentro de mí, como tantos de mis hermanos, ¡yo quiero vivir y pasar bien lo que me queda!