Era una chica de 19 años feliz, pero en sólo unos momentos su vida se convirtió un horror.
A la muchacha le espera una rehabilitación largísima y el trasplante de piel, pero Kaitlyn no pierde la esperanza. No tiene manos, pero aprendió a pintar. Su determinación hacia encontrar suerte en su vida es increíblemente fuerte.
A Kaitlyn le pasó una situación tan dura que cuesta imaginarla. Sin embargo, ella sigue sonriendo. Sigue soñando y haciendo planes. Su fuerza de voluntad nos inspira. Todavía le espera toda su vida, pero ella ya tiene una sabiduría inmensa. Su madre dijo que “Llega un momento cuando pierdes el control sobre tu propia vida. Sabes que todo es en las manos de Dios y no puedes nada excepto confiar en él”. Añadió que su hija siempre pensaba de manera positiva, durante toda su enfermedad, y sigue buscando su manera de ser feliz. Kailtyn cree que Dios tiene un plan para ella. A ver qué es porque su sufrimiento irracionable hace que necesitemos una razón para ello.
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