Un agricultor intentó convencer a un niño de no comprar a un perro minusválido. ¡Lo que le dijo el niño conmueve a todos!
Un agricultor tuvo varios cachorros para vender. Escribió que tiene cuatro cachorros y colgó la noticia en su cerca.
Estaba poniendo el último clavo cuando notó que alguien le tiró del pantalón. Bajo la mirada y vio a un niño que le estaba mirando con los ojos grandes.
“Señor, me gustaría comprar uno de estos cachorros” dijo el niño.
Buscó algo en su bolsillo y sacó tres euros. “¿Esto es suficiente para echar un vistazo?”.
“¡Claro” le respondio el agricultor. Luego silbó y gritó “Saba, ¡al pie!”.
Detrás del granero salió una perra y cuatro cachorros que parecían más bien pequeñas bolas peludas. El chiquillo acercó la cara al vallado. Sus ojos brillaban de alegría.
Cuando los perros se acercaron a él, el niño se dio cuenta de un movimiento detrás de ellos. Desde la caseta de perros salió un cachorro más e intentó correr tras sus hermanos de manera muy torpe.
“Quiero a este” dijo el niño, señalando al último perrito. El hombre se puso en cuclillas al lado del pequeño. “Hijo, ¿seguro que quieres a este? Él no podrá correr contigo y jugar como otros cachorros”.
Al oír sus palabras, el chiquillo cogió una de sus perneras y la levantó. Se pudo ver un aparato de metal por ambos lados de la pierna que estaba atado junto con un zapato especial.
El niño le miró al hombre de nuevo y le dijo: “Bueno, como ve usted, no me se me da muy bien correr y este cachorro necesita a alguien que podría entender estas cosas”.
El agricultor tenía las lágrimas en los ojos cuando cogió al cachorro más pequeño y se lo dio al niño. Éste pregunto cuánto pagaría. Y la respuesta del hombre fue... “Nada. El amor no tiene precio”.
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